El hombre mira el campo vacío, entrecerrando los ojos: es mediodía y el sol de Florida Central es intenso.
Para el ojo inexperto, esto parece un gran terreno seco. Pero es una de las etapas más importantes del cultivo de fresas: preparar la tierra para la siembra, para que cuando llegue la primavera, este campo esté repleto de jugosas frutas.
Cultivo estas tierras desde los años 80, pero "las cosas cambiaron casi de la noche a la mañana", se lamenta.
Las políticas de inmigración del presidente Donald Trump, incluidas las detenciones masivas y deportaciones, le han asestado un golpe devastador, afirma.
"El gobierno está matando la agricultura", dice. "Esto nos va a acabar".

F. es un inmigrante y pidió ser identificado por la primera letra de seu nombre porque teme represalias si critica las medidas represivas de la administración federal, que están sucediendo en todo el estado. El Gobernador de Florida, Ron DeSantis, está desplegando activamente la patrulla de caminos y la policía local en el esfuerzo.
"Nunca se sabe dónde están los agentes", dice F. bajando la voz, aunque no hay nadie cerca. Y como agricultor, eso ha significado tener que reducir su plantilla a casi la mitad.
"Muchos migrantes se han ido", explica. "El resto se esconde".

En un año típico, aproximadamente la mitad de su fuerza laboral se encuentra en situación irregular. La otra mitad suele obtener una visa agrícola llamada H2A. Pero este año, F. no se arriesga: no contratará a ningún recolector de fresas que se encuentre en los Estados Unidos sin permiso de trabajo legal.
Pero admite que no puede permitirse contratar más trabajadores con visa H2A; los costos llevan años subiendo. "Reduciré drásticamente la producción el año que viene", detalla, "al 35% de lo que suelo hacer".
Los economistas han advertido que la actual campaña de deportación de Trump perjudicará la economía estadounidense, especialmente a los sectores que dependen de la mano de obra migrante. Solo en los últimos cuatro meses, el empleo agrícola ha disminuido en 155,000 trabajadores, la mayor caída en casi una década.
A principios de este año, el propio presidente Trump expresó la necesidad de ser más flexibles con los inmigrantes que trabajan en la agricultura.
"Nuestros agricultores están sufriendo graves consecuencias", declaró en una conferencia de prensa a mediados de junio. "Tienen muy buenos trabajadores, han trabajado para ellos durante 20 años. No son ciudadanos, pero han resultado ser excelentes. No podemos llevarnos a los agricultores y a toda su gente".

Eso fue hace más de dos meses. Hasta el momento, no ha habido ningún cambio de política.
De hecho, desde entonces, miembros de su gabinete han presionado constantemente por una línea dura. "El presidente ha sido inequívoco en cuanto a que no habrá amnistía", afirmó la secretaria de Agricultura, Brooke Rollins, a principios de julio.
"En última instancia, la respuesta a esto es la automatización. Y, además, pensándolo bien, hay 34 millones de adultos sanos en nuestro programa de Medicaid. Hay muchos trabajadores en Estados Unidos", afirmó Rollins.
Los agricultores con los que habló NPR calificaron esta idea de absurda. Muchos afirmaron que pagan muy por encima del salario mínimo, pero que han conseguido pocos solicitantes de empleo nacidos en los Estados Unidos.
John Walt Boatright, director de asuntos gubernamentales de la Oficina Agrícola Estadounidense, puntualizó que recordaría a la gente que, para solicitar una visa H2A, los agricultores deben declarar sus necesidades de mano de obra para que los trabajadores estadounidenses tengan una oportunidad justa de solicitar el empleo.
"El interés y la disposición para trabajar en el campo no han existido", enfatiza. "Hace mucho tiempo que no existe".
Boatright afirma que es urgente solucionar el sistema de visas H2A.
La Oficina Agrícola también desearía que se estableciera una vía para la legalización de trabajadores agrícolas que no tengan un permiso de residencia.
Eso es algo que muchos en el sector agrícola de Florida apoyan.
"Creo que el consumidor estadounidense debería preocuparse por la seguridad nacional de los alimentos", señala Jeb Smith, presidente de la Federación de Oficinas Agrícolas de Florida.
"Siempre que exista la amenaza de no obtener un suministro de alimentos seguro, asequible y abundante, debería preocupar al público estadounidense. No queremos depender de países extranjeros para obtener nuestros alimentos. Esa podría ser una realidad devastadora. Es peligroso jugar con eso".

Smith explica que su principal prioridad es limitar los costos de la visa H2A.
No llega a abogar por una vía hacia la ciudadanía para los trabajadores inmigrantes, pero aclara: "Existe la preocupación de que parte de nuestra fuerza laboral simplemente no pueda funcionar a plena capacidad. Es algo que debemos tener muy en cuenta. En cuanto a la deportación, estoy seguro que la mayoría de los agricultores de nuestro país coinciden en que queremos una frontera segura, pero necesitamos una buena mano de obra, y la necesitamos legal".
Más al oeste, más adentro del área agrícola de Florida Central, las banderas de Trump permanecen inmóviles en el calor húmedo y los buzones adornados con calcomanías de MAGA sobresalen en los caminos rurales.
Un agricultor de fresas acepta hablar, pero sólo si usamos únicamente su inicial: W. En esta zona profundamente pro-Trump, le preocupa que criticar al presidente pueda costarle el negocio.

Mientras nos sentamos en el cobertizo para tomar un respiro del sol, reconoce que apoya plenamente al presidente, pero que le preocupa el futuro de su granja.
W. dice que quiere dos cosas: costos más bajas para la visa H2A y una vía para la legalización de los trabajadores.
"Tienen que encontrar una manera, por ejemplo, de permitir que quienes llevan aquí 15 o 20 años entren y tramiten sus papeles", detalla. "Es decir, han estado aquí, han criado a sus familias. Sé que hay malas semillas por ahí. Pero malas semillas hay por todas partes".
Bajando la voz casi hasta un susurro, dice que en materia de inmigración, el gobernador DeSantis y el presidente Trump "podrían estar ejerciendo una presión un poco dura sobre ellos".
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Esta nota fue traducida por Texas Public Radio con apoyo de Gabriela Olivares, e Yvette Benavides, para NPR y The Texas Newsroom.
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