La religión la considera una virtud. Los filósofos la fomentan. Los terapeutas la cultivan. Y los analistas políticos aseguran que su papel es fundamental para lo que suceda después con la democracia estadounidense.
La esperanza, aunque difícil de medir, es vista cada vez más como un elemento crucial para navegar la turbulencia política del país.
Encuestas recientes de Gallup muestran un panorama complejo. A nivel mundial, el optimismo va en aumento, pero en Estados Unidos, la esperanza está decayendo. Las explicaciones van desde la desigualdad económica hasta la soledad asociada al uso de redes sociales y el declive de los valores cívicos. Sin embargo, en una encuesta realizada en 52 países, las personas calificaron la esperanza como la cualidad más importante que desean de sus líderes—por encima de la confianza, la compasión y la estabilidad.
Richard Madsen, profesor emérito de Sociología en UC San Diego, dijo que el concepto tiene raíces profundas.
“La esperanza es una virtud teológica. Esperamos, incluso si las cosas se ven muy mal. La fe y la esperanza de que podemos mejorar las cosas no provienen solo del interés propio o la autoilusión, sino de tradiciones que se han transmitido a lo largo de los siglos”, explicó.
William Mobley, profesor de Neurociencias en UC San Diego, señaló que la esperanza funciona junto a la fe y el amor.
“Tener fe es grandioso. Tener amor también. Pero la esperanza está justo en medio”, dijo. “Necesitamos esperanza para ayudar a otros, sentir con ellos, acercarnos y cuidarlos”.
Para David Livermore, profesor investigador de la Universidad de Boston, el camino hacia la esperanza comenzó al tomar distancia del incesante flujo de noticias. Decidió desconectarse temporalmente tras sentirse abrumado por su intensidad.
Lo que descubrió, en cambio, fueron recordatorios de que las personas están predispuestas al bien, que la nación ya ha sobrevivido antes a la polarización —incluso a una guerra civil— y que las generaciones más jóvenes pueden aportar una visión más amplia de liderazgo.
“La Generación Z y los millennials ya tienen una visión más amplia de la sociedad y de la diversidad en el mundo”, dijo Livermore. “Y están entrando en posiciones de poder”.
Zoltan Hajnal, politólogo de UC San Diego, dijo que se mantiene “razonablemente optimista” sobre la supervivencia de la democracia, aunque reconoce que las instituciones estadounidenses se están debilitando. Cree que el sector empresarial, la ciudadanía y las elecciones legislativas de 2026 jugarán un papel decisivo para evitar un retroceso democrático.
“Mientras más personas se levanten y digan: ‘No, no voy a hacer esto’, más evidente será que los estadounidenses, en general, quieren mantener su democracia”, aseguró Hajnal. “Esa comunidad de estadounidenses tendrá la capacidad de influir en los resultados más que hasta ahora”.Aun así, advirtió que la esperanza sin acción no será suficiente.
Y si Estados Unidos se encamina hacia un gobierno militar, añadió, la supervivencia de la democracia podría depender, en última instancia, de las tropas de base.